Sinopsis:
Estas son las preguntas que atormentan a Eduardo, un pintor para quien nada tiene sentido tras la muerte de su mujer y su hija, hasta que una famosa violoncelista, Gloria Tagger, le encarga el mayor reto de su vida: pintar el retrato de Arthur, un empresario de pasado incierto. Aceptar ese encargo desencadena una espiral de emociones y acontecimientos trágicos que succiona inevitablemente a cuantas personas le rodean. Con cada pincelada, Eduardo va abriendo puertas que habría sido mejor mantener cerradas, pero que, una vez abiertas, nada ni nadie podrá volver a cerrar.
Con una trama perfectamente urdida y una intensidad descarnada de dolor y culpa, pero también el ansia de vivir, Respirar por la herida desborda los límites de sus protagonistas con una precisión y una psicología digna del maestro en que se ha convertido ya su autor, Víctor del Árbol.
1º ¿ Qué sensaciones has tenido con la elaboración de Respirar por la herida?
Por una parte, la sensación de tener entre manos una historia distinta, algo muy vivo y personal, y esa sensación (saber que has encontrado algo que es verdad, resulta emocionante y excitante a la vez. Por otro una emoción muy intensa, la necesidad de adentrarme en laberintos de la personalidad de cada personaje sabiendo que iba a dolerme, como si cada vez me acercase más y más a un abismo, y aún sabiéndolo, no pudiera ni quisiera detenerme. Al final, una profunda paz, y la satisfacción de saber que he dado ese paso adelante como escritor que necesitaba. Sin atender a las modas, dispuesto a vaciarme y vaciar a mis personajes. El resultado me deja muy satisfecho.
2º ¿ Qué esperas que el lector reciba en su lectura?
Un mundo complejo, lleno de personajes auténticos, contradictorios, y una trama donde nada, absolutamente nada, resulta convencional. Espero que el lector se identifique con alguno de los personajes, que acepte que por encima de todas las desgracias, más allá de nuestro sufrimiento, siempre encontramos razones, las que sean, para seguir adelante. Esa es la mejor característica del ser humano, su valor, la capacidad de resistir, de levantarse una y otra vez. A veces no sabemos cómo lo logramos, pero lo cierto es que, mientras respiramos vivimos. No renunciamos a la Vida. Habrá quién se refugia en el amor, o en el arte, la música (muy presente en esta novela). Habrá quién preferirá inventar una realidad paralela, mentirse, quien haga del odio y la venganza su razón de vivir, o quien se abandone como una caña en un río a la deriva. Todos hemos perdido algo muy importante, todos hemos bajado los brazos alguna vez, y hemos dicho “no puedo más”. Pero aquí seguimos.
3º Tras el gran exito de La tristeza del Samurai ¿Piensas que este segundo libro puede ser tan o más importante que el primero?
Yo creo que cada reto es distinto, pero estoy convencido de una cosa: Respirar por la Herida me ha abierto otra perspectiva como escritor y creo que el lector va a acogerla con entusiasmo y con la misma pasión que yo la he escrito. De momento, sin que todavía se haya publicado aquí, ya está siguiendo los pasos de la Tristeza del Samurái en el extranjero. Lo que yo deseo con Respirar por la Herida es que eso mismo ocurra aquí. Ser, por fin, profeta en mi tierra. Y estoy convencido de que así va a ser.
4º ¿Preparado para la aventura de las presentaciones y darlo a conocer al nuevo lector y al que ya te conoce?
Sí, claro que sí. Forma parte de esto, y a mí, la verdad es que me apasiona esta etapa. Has creado algo, y ahora tienes que presentarlo en sociedad, defenderlo y pedirle a la gente que se deje guiar por su instinto. No puedes bajar los brazos y decir “yo ya hice mi parte” Ahora toca convencer a nuevos lectores de que vale la pena leer a Víctor del Arbol. Y espero, eso me gustaría, que quien ya me haya leído tenga ganas de seguir haciéndolo.
5º Presenta tu mismo al lector tu nuevo libro con el color de las palabras de Victor del Arbol.
Mira, parafrasearé una cita que sale en la novela. Sara es una niña de trece años muy especial. Una noche oye a su madre hablar con un hombre en la puerta de su casa. Al acercarse, descubre a Ibrahim, un personaje apasionante, que tiene una profunda deformidad en la cara. La niña le preguta.
–¿Te duele la cicatriz?
–A veces, sobre todo cuando pienso en cómo me la hice.
–Eduardo también tiene una cicatriz, pero él no se la merecía. ¿Y tú, te la merecías?
–No importa si me la merecía o no. Lo que importa es que la tengo.
Espero que la disfrutéis.
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